Enriquito tenía un don, utilizaba la telepatía, y además la utilizaba bien. Era un buen chico y gracias a ella ayudaba a su madre con los pequeños olvidos diarios. También a sus compañeros cuando preguntaban en clase, y así les evitaba los cintarazos de los curas. Él no necesitaba esa ayuda, además de telepatía tenía memoria fotográfica y se quedaba con la información a la primera.
Se hartó en su infancia de ver el trato que daban los curas, incluso a él que no era travieso ni fallaba nunca en clase, le quedaron cicatrices para toda la vida.
Enriquito se decidió por el seminario para cambiar las cosas, pero allí había más gente con buenos dones, y enseguida le pillaron lo de la telepatía. El superior le negó la posibilidad de utilizarla, "ya estamos buenos de milagros Enrique, solo nos falta que vengan las abuelas diciendo que Dios les habla" así que tuvo que someterse por sus votos y dejar de utilizarla.
Ya mayor, cuando daba religión en los colegios, le dieron ganas de usarla, pero no lo hacía por sus votos, santa obediencia, y en todo caso, ellos no recibirían nunca cintarazos de su parte.
Aquél viernes tenía prisa por irse del colegio, pero a los chicos y chicas les encantaba el juego que organizaba para terminar la semana, las preguntas y respuestas les ayudaban a aprender el catecismo de manera divertida. No les importaba que hubiese sonado la campana, así que para cerrar e irse optó por dejar la respuesta que nadie sabía en el aire a ver si alguien la recogía -no es exactamente telepatía- se mintió.
Cuando estaba recogiendo y aquélla niña le dijo que Dios le había hablado, contestó con una risa nerviosa, "no digas tonterías", los milagros no pueden existir, estamos apañados.
Se impone lo terreno a lo divino.
ResponderEliminarUn beso.
Bien, resulta más creíble lo increíble. Buen recurso.
ResponderEliminarSeguro que en realidad es la niña la que se inventa todo.
Pura dinamita...
Un abrazo.
Llegará la tercera parte... la tengo en la cabeza
ResponderEliminarUn abrazo a compartir
Jaja ¿Que voz anticlerical escuchas en tu cabeza y te dicta?
ResponderEliminarJeje. Muy bueno. Ahora te queda la visión del tercer personaje en discordia. ¿Irán por ahí los tiros?
ResponderEliminarEstoy desenado saber el "origen" de todo esto, porque es un viaje en retroceso que engancha. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn giro estupendo de la trama. Nunca sentí nada telepático pero los milagros existen. También curas buenos y otros que son el mismo demonio. Genial.
ResponderEliminar¡Excelente idea Anita!, nos estás contando en reversa. Para mí está completo y perfecto, pero si decís que continúa, espero impaciente la continuación...
ResponderEliminarUn beso.
Y la tercera voz será la de quien le habla a la niña??? Que intriga Ana, sigue, sigue!!!
ResponderEliminarDetrás de cada voz hay una historia que la modula...
ResponderEliminarEsperamos la tercera...
Muy interesante la técnica narrativa que estás empleando. Con tu permiso, me la apunto en el libro de recetas.
ResponderEliminarAbrazos,
PABLO GONZ
He tenido que ir y venir del primer relato al segundo y es genial! El pobre don Enrique está atrapado en algo peor aún que el celibato, no poder decir lo que siente ni con telepatía. Es un mal común entre los curas. Pero trasluce mucha ternura eso si. Y mucha genialidad al escribir Ana. Gracias!
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios!
ResponderEliminar¿Qué voz seguirá el relato? Pronto llegará
Abrazos
Hola Anita :) A pesar de todo me cae bien Don Enrique, y es que no es fácil reaccionar, si de pronto una niñita te dice...Creo que Dios me ha hablado... :O!!! Espero tu tercer relato :) Un abrazo.
ResponderEliminar