Este fue mi microrrelato tuneado, una antología de microrrelatos. Como los pétalos de una margarita que se deshoja, me quiere, no me quiere, esta margarita también se deshojaba y en cada pétalo un relato.
Ahora está en poder de Puri, qué mejores manos.
Estos son los microrrelatos, solo el último es inédito, el que te ayudará a tomar la decisión... o no:
Mantis
Te pelo la camiseta y el vaquero, unto tu
cuerpo de aceite y lo sazono, me esfuerzo para que no se acumule demasiado en
los huecos de tus axilas. Pasas y orejones en la línea que baja a tu ombligo y
rodajas de limón en los hombros. Una tira de pimiento en la oquedad que se
forma junto a tus clavículas y besos de flor de sal bajo tu vientre. Enciendo
el horno y en diez minutos te pongo a doscientos. Hoy me chuparé los dedos.
Temporal
Cuando llegué a casa estabas a mitad de maleta,
pero me saludaste con un «hola, mi amor, ¿qué tal el día?»; yo te hablé de la
oficina mientras pensaba en las nubes del techo, la presión baja que resbalaba
sobre mi ánimo y la tormenta eléctrica que se cernía sobre el salón. Cerraste
la maleta y, al salir, con ella en una mano y la gabardina en la otra, te
despediste: «Voy a por tabaco, cariño, enseguida vuelvo».
¿Quién eres?
Que quién soy, me preguntas cada mañana. Y yo
deslizo el papel entre tus manos, una hoja doblada, amarillenta y un poco rota,
las letras casi borradas del primer relato que escribimos a medias. Te colocas
las gafas de leer, como un viejo profesor, y pasas tus ojos de una línea a
otra, cambiando tu mirada seria por una sonrisa al final de la lectura. Y me
dices, me preguntas: «esta letra es mía, ¿la otra es tuya?». Yo asiento. Y
puedo contemplar, un día más, cómo te me enamoras.
12:07 LOTE002541258 F. CAD: 30-04-2013
Teníamos fecha de
caducidad, ya lo sabes.
Yo me di cuenta un
día cualquiera, al levantar ese velo fino que nos cubría. Sobre la capa de nada
estaban los números tatuados. Es triste, pensé, pero también que era preferible
consumirnos antes de caducar. Entonces empezaron los gritos y los reproches,
los silencios, las lágrimas. Y hasta hoy, cariño: mañana nos terminamos.
Tú ahí, tan
entero; yo aquí, tan gastada.
Café, copa y puro
Las
negociaciones estaban claras, tus límites y los míos. Qué parte de la letra
pequeña no estabas dispuesto a pasar, y cuál de las cláusulas finales yo no iba
a tocar. Fue llegar el café, remover el azúcar, el tintineo de los hielos en
los vasos, y difuminarse todo entre el humo de los puros. Fue un perder los
papeles, que tú no alcanzaras a coger el bolígrafo ni yo a saber dónde estampar
mi firma, que no supiéramos en qué lugar terminaba tu piel y empezaba la mía.
Queridos Reyes Magos
Para él os voy a pedir bandejas de gusanos, una
por día. Que pueda tenerlos siempre en el menú, que se le conviertan en
mariposas al llegar al estómago. Que le revoloteen siempre, que nunca deje de
sentirse enamorado.
Pero no de mí, por favor; de mí ya no.
Júpiter
Los jueves salimos a pescar palabras; tú las más
largas, las costumbristas y las de poso amargo. Yo las floridas, las esdrújulas
y las que se pueden paladear. Por las tardes yo me quedo tomando el sol
mientras tú desapareces. Más tarde regresas cargado con palabras de amor que
salpicas por mi cuerpo. Después, historiamos juntos hasta que se pone el sol.
Cambio de estación
Vaciaste tu lado del armario y tuve que
extender mis cosas por todo el hueco que quedó. Poco a poco traté de superar tu
pérdida, pero desconocía que mis faldas añoraban a tus pantalones, mis blusas a
tus camisas, mis camisetas ajustadas a las de frases de lucha. Hasta los
calcetines desparejados se sentían viudos. Y cuando saqué los jerséis de lana y
los pantalones de invierno, con olor a nuestro, vi la envidia dibujada en sus
costuras.
El último pétalo
Me quiere; no me quiere. Ni deshojar
margaritas, ni el tarot, la bola de cristal o el dibujo que dejan los posos del
té. Ni siquiera descifrarlo en una sopa de letras.
Díselo de una vez.