viernes, 8 de junio de 2012

Cordero de dios


De crisis sí que sabía el padre Arnoldo, que había tenido que reinventarse para no caer en el olvido del pueblo. Después de unos meses en que cada día venía menos gente a misa, hasta el punto que al abrir la puerta de la iglesia la única fiel que quedaba, solo las pelusas volvían la cabeza, Don Arnoldo decidió tomar medidas drásticas y llamar a misa tal como su madre les llamaba de pequeños a casa.
Los primeros domingos no se notó demasiado, pero en pocos meses la Iglesia volvía a estar llena cada semana. Y así, en el momento de la bendición, cuando decía "este es el cordero de dios" en vez de levantar el copón con las hostias, abría el horno y sacaba el cordero que mataba cada sábado y tenía toda la mañana del domingo en el horno. Los vapores salían a partir de las 11 por el campanario, y se le llenaba la misa como nunca se había visto. 
La receta, la de su madre, mucho ajo y poco aceite.

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