
La directora de la orquesta sacó la batuta, los instrumentos estaban preparados desde muy temprano.
Ella comenzó, primero los agudos, luego los graves, agudos, graves, arriba, abajo.
Los instrumentos no cesaban, pero al menos a la educadora infantil dejó de dolerle la cabeza una vez las criaturas lloraron coordinadamente, el primer día de guardería.
Para Anita y sus niños de 0 a 18 meses!
ResponderEliminarQueridas ambas Anitas,
ResponderEliminarcomo muy bien es sabido, la música amansa las fieras. Así que...
Besitos musicales
Buuuuuuuuuuuua, mamaaaaaaaaa.
ResponderEliminarUn beso
me dolió la cabeza con el final, nada malo con el cuento, sólo que alcancé a escucharlos
ResponderEliminarJajajaja, muy de actualidad este relato, y bien por la directora, consiguió que los llantos formaran una sinfonía acompasada, algo es algo. Un abrazo
ResponderEliminarVaya, que alumnos tan educados...Así da gusto, ¿No serían Los chicos del coro?? jejeje
ResponderEliminarCuando de 18 meses pasan a 18 años hay que cambiar la batuta por un garrote. Ay...
ResponderEliminarUn saludo, Ana.
Alberto, al menos los de 18 años no le tocan a la educadora infantil... aunque aún pueden resultar muy infantiles. Sobre el garrote se ha dicho mucho últimamente :)
ResponderEliminarGotzon, en la fantasía todos van al unísono, incluso a veces se callan. Ojalá sean los chicos del coro ¿serán así en la guardería, lloran en sintonía?
Maite, menos mal que la educadora sabía coger la batuta!
Juan, a Anita le dolió la cabeza también, te lo aseguro...
Torcuato, así debe sonar más o menos.
Su, se lo proponemos a Anita a ver si le da buen resultado, aunque ya se sabe, empieza uno y siguen todos los demás.
Abrazos llorosos
Anita, llevo unos días sin leer ni comentar ni escribir porque he estado de vacaciones en el paraíso, quiero decir en tu isla. ¡Qué maravilla! Me duele todo el cuerpo después de los dos últimos días, por la caldera de Taburiente y por la ruta de los volcanes, pero sólo pienso en una cosa: Tengo que volver. Garafías, Tazacorte, la playa de Nogales, Barlovento, las Deseadas... son nombres que nunca olvidaré.
ResponderEliminar¡Que espectacular minirelato! Me ha encantado :) Creo que me quedaré andando por tu blog un buen rato!
ResponderEliminarUn abrazo desde el silencio :)
Gracias Ana, me encantó. No conseguí que lloraran entonando, pero es sorprendente la cantidad de llantos que existen. En realidad solo hay que traducir los llantos en: "Joder, que hago aqui sin mi madre o mi padre. ¿Y tú quien eres? No te he visto en mi vida..." Pobres, asi es este mundo que construimos entre todos/as...
ResponderEliminarLuego dicen que no exista la magia.
ResponderEliminarPrecioso...
Y ya de metidos en gastos ¿No tendrás un catálogo de batutas mágicas de sobra...?
Todo un mérito sincronizarlos a todos je,je...
ResponderEliminarSaludos Anita.