sábado, 7 de septiembre de 2013

Con la luz apagada




Que si te puedes quedar a dormir, preguntas, y te dicen que sí, pero que tienes que compartir cama con un amigo que llegó primero, que no hay más camas, y que seguro que no le importa. Y entras, y resbalas bajo la sábana, con una camiseta y unas braguitas, porque hace mucho calor; te pegas a tu lado y ni le tocas. A mitad de noche os rozáis entre sueños y de la piel con la piel ya se sabe; el roce se hace presencia, y la presencia besos y jadeos. Y cuando todo termina te invade un sopor y caes de nuevo en el sueño, hasta que la luz entra en la habitación blanca y puedes mirarle, pero él ya no está; tampoco en la casa, y a ti te avergüenza preguntar. 

Desde entonces, caminas por la ciudad y miras a todos sin saber si alguno será él, o si él te sabrá.

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Miguelángel Flores, del blog Eternidades y Pegos escribió una segunda parte para esta historia. No dejes de leerla, para ello pincha la foto:

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Distancias insondables

Niño geopolítico observando el nacimiento del hombre nuevo, Salvador Dalí

Hace días que me duermo, que caigo en un sueño oscuro si intentas hablar de lo nuestro. Nuestra convivencia, nuestro espacio o tiempo juntos, nuestras cuentas. No importa con qué intentes empezar la conversación, caigo profundamente y te dejo monologando, acompañada de mi respiración. Y sé que te desesperas, pero no puedo hacer nada. Ni la coca-cola ni el café me ayudan.
Y cuando despierto te veo, ya en silencio; a veces tú has conseguido dormir o quizá solo finges. Y es ese el momento en que puedo vivir. Cuando no estás, cuando no me hablas. Y contemplarte tan bella, tan tú. Pero tan lejos.

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Este relato tiene otro punto de vista, el de ella, escrito por Nicolás JarqueFrustración, que podéis encontrar en su blog.
Gracias a Nicolás por estos ratos de inspiración conjunta.





viernes, 9 de agosto de 2013

Campo de las pasiones


¿Recuerdas que tenía un campo entero para ti? Allí sembraste lechugas, calabacines y berenjenas, tus primeros tomates y por todas partes había cilantro y perejil. Tú paseabas por las tardes quitando malas hierbas y yo te miraba desde el porche fumando picadura. Y nos comíamos toda esa pasión en la mesa de madera de la cocina; a veces junto al fuego, los días de encender el horno.

Ahora él siembra tus campos de palabras compradas en viveros, te riega con los «te amo desde que te conocí», como habrá hecho antes con otras. Y tú pensarás que prefieres esa dosis de abono romántico, y esos pesticidas que eliminan dudas y miedos. Y no seré yo quien te diga que las hortalizas serán más grandes pero menos sabrosas, que tus potajes no se cocinarán a fuego lento y que mis manos no volverán a amasar tu pan. 

viernes, 2 de agosto de 2013

Viernes creativo: escribe una historia

La propuesta de este viernes en El bic naranja es escribir a partir de una canción, la que elijas:


Hoy os proponemos que escribáis una historia inspirada por una canción. Puede ser la que justo esté sonando en este momento en la radio o la que toca la charanga en las fiestas del pueblo o la que te de la gana, pero no te olvides de decirnos en qué canción te has inspirado —y en poner el enlace a un video de la misma si puedes—.

Este es mi relato (confieso que no muy inspirado):

Elegí la nada

Cansada de llorar tu ausencia intenté escribir, pero las lágrimas inundaron el papel, corrieron la tinta y emborronaron las palabras. Harta de llorar, harta del dolor, elegí la nada.






martes, 30 de julio de 2013

Análisis semántico



Las hormigas resolvieron comerme.

Eran varias, no una sino cientos. Se movían por toda la casa sin descanso. Allí donde yo dejara algo, llegaban ellas y lo tomaban como suyo. Y yo conseguía reconquistarlo a fuerza de darles manotazos y frotarlo, pero sabiendo que solo era cuestión de tiempo.
Hormigas por todas partes, primero en la cocina, pero también en el baño, en mi dormitorio, en el sofá, en la terraza. Por todas partes, como digo, hormigas, nada más.
Sí, tramaron un plan para llegar a ello, en ese camino de ir y venir de hormigas debieron decírselo unas a otras, y en un momento llegaron de todas partes para hacerse, por fin, con la presa definitiva; sin saber, por otra parte, que quizá fuera la última en mucho tiempo.
Empezaron por comerse las cosas, por ocuparlas; era dejar las gafas sobre cualquier superficie y al ponérmelas, verlas corretear por los cristales. Una locura si no fuera porque podía quitármelas; pero un día seguían correteando por mi vista, y aunque yo agitara la mano en el aire, ellas no se iban. Empezaron por los ojos, y empezaron por todas partes; llegaron en tropel, pies, piernas, manos sobre la mesa por la que subían hasta mí, dedos, uñas. Primero unas simples cosquillas luego heridas, sangre que ni brotaba porque se la bebían. Y así hasta desaparecer. Hasta que ellas mismas escriban mis últimas palabras.

sábado, 27 de julio de 2013

El pozo


A veces caer a un pozo es sencillo, basta con poner un pie delante del otro y el agujero se abrirá ante ti. Otras, tienes que levantar un poco el pie que avanza, a fin de facilitar el traslado; o trepar incluso por un murete de piedra, colocarte encima y saltar.
Más difícil, sin embargo, puede resultar salir de él, aunque seguro que hay quien intente sacarte. Entre ellos estará quien te tire una cuerda, se quede arriba y te acompañe; ya que si consigues treparla o atarte a ella (no para colgarte, que ya hablaríamos de otra cosa) tendrá que colaborar, también, en el ascenso, en la salida. Habrá quien se lance en tu ayuda, para darse cuenta al momento de que ahora sois dos los habitantes del pozo. Y no faltará quien te hable desde arriba, te pregunte, te acose incluso para que salgas, que trepes las piedras que hacen el pozo (si es de piedra), que agujerees la tierra para subir, pie sobre pie, mano sobre mano. 
A mí lo que me gusta es salir cuando no hay nadie arriba, cuando no se me espera; de noche, que por la mañana siempre regresarán para ver si sigo ahí. A veces me gusta verles caer.

viernes, 26 de julio de 2013

Viernes creativos: escribe una historia

En el bic naranja la propuesta de hoy es esta:

El gran Pablo Gonz ha empezado a escribir un cuento, ¡pero ha olvidado cómo terminaba! Yo le he dicho que la gente que escribe en los #viernescreativos puede ayudarle. ¿Te atreves a continuar este cuento de Pablo?

JUSTICIA VERTICAL

Sin que doña Haydee se percate, Justo, el de la verdulería, añade mil pesos a su cuenta. «Son 11.200», anuncia. Y ella: «Uy, cómo subió todo, ¿no?» Pero abre sin más su monedero, paga lo que debe y sale a la calle con sus bolsas. «Hola», le dice Carmelín, una muchacha que va entrando en la tienda. «Hola» responde la vieja y emprende despacito hacia su portal pero: «¡Uy, mil pesos!», uno de esos billetitos muy doblados y muy necesarios. Doña Haydee lo recoge. Mira a su alrededor, y como no ve a nadie, guarda el billete en su monedero y entra en su casa. «Son mil pesos» dice Justo, el de la verdulería, y le tiende a Carmelín una bolsa con dos kilos de patatas. «Vaya –replica la joven–, traía el billete aquí, en el bolsillo del pantalón.» Y entonces…
Si en vez de escribir un final, este cuento te sugiere otra cosa, otro punto de vista, otra historia, no dudes en escribirla.
Este es mi final:
Don Justo agita la cabeza a un lado y a otro, sabe que aún hay cierta justicia que no escapa a sus manos. Después de recolocar calabacines y berenjenas en un gesto aprendido, invita a Carmelín a pasar a la trastienda, otra vez, y le da lecciones que ha tardado años en aprender, pero que a una joven como ella le servirán para toda la vida. Por solo mil pesos.

miércoles, 24 de julio de 2013

Servicio meteorológico


Puedo atinar un pronóstico con sólo mirarme en el alma.
Digo alma y no espejo, porque el muy mentiroso siempre me muestra entera y de pie. Confieso que atino y no que acierto, porque aquella es insostenible, volátil, devaluable, densa, asfixiante. Mutable.
Descubrí que el atajo hacia mi alma está inmerso en un bosque tupido de árboles desamparados, poblado por los corceles fantasmas que se reflejan desde las manchas de humedad del cielo raso.
Puede ser un día de hormigón, de pupila oculta tras las nubes que derrapan en los lagrimales, y que indefectiblemente llueven raudas sobre los prados aledaños, áridos de caricias. Un día de cemento y lodazal, de árboles sedientos que arden de impotencia y duelen en cada latido si cierro los párpados.
Puede ser una jornada de surcos oreados al sol de algún recuerdo que no pestañea, para no llamarte desesperadamente en código Morse. Corro el riesgo de que te desvanezcas en alguna ochava de la mente si me muevo demasiado, y corro la certeza de que no vengas.
Podría atinar un pronóstico si lograra divisarme en el alma.
Hoy hay demasiada neblina, imprecisión, huecos. Hoy no me acechan los pantanos, hoy no flamean las crines.
Pero tampoco distingo los árboles.

Caro García



Caro García me envió hace días esta foto, a partir de la cual escribí el micro Perdido. Esta es su propuesta, que hoy publico yo en mi blog, a la espera de que ella abra el suyo propio ;-)
Gracias, Caro.


sábado, 20 de julio de 2013

Viernes creativos: escribe una historia

La propuesta de este viernes en el bic naranja consiste en crear recuerdos a partir de un vídeo que podéis encontrar en el blog.




Dice así: «En esta ocasión, vamos a dar un paseo por los recuerdos de una casa abandonada. No se trata de que cuentes lo que pasa en este video, sino de que cuentes alguno de esos recuerdos. Sé imaginativo, no caigas en los clichés.»

Este es mi recuerdo: 


Olvido

Lo dejamos todo allí, las motas de polvo sobre los muebles, el osito de Lucas, los cubiertos sin fregar, los gritos y las dudas. Dejamos el odio y el rencor, las promesas incumplidas y tu ropa en las perchas. Nos dejamos un poco, también, a nosotros; porque era el único precio posible. Teníamos que empezar de nuevo, o terminar.



sábado, 13 de julio de 2013

Perdido

Para Caro García




Tenías la mirada más limpia y clara que había visto nunca. Tus ojos como lagos solo invitaban a bañarse en ellos, aunque siempre tuve miedo de ahogarme. Hasta que una mañana de primavera te nació aquel árbol, un esqueje solitario, al que le fueron creciendo ramas. Al tiempo, aquello era un bosque denso: matorrales en la pupila, lianas colgando del iris y el fondo cubierto de hojas. Quisiera salir antes de perderme, pero no encuentro el camino y se está haciendo de noche.

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