Relato escrito a partir de la foto y acción de redretro.net
Aquella mañana en que, como tantas, yo dejaba que la vista se perdiera por el vagón, estabas allí de pie, agarrado a la barra; dormido aún, y con la mirada enfocada en el vacío, en pensamientos propios. Y lo supe, que eras tú, que te había encontrado. Después se llenó aquello, invasión de asientos, madres con carros, el de la armónica, la puerta que se cierra y tu espalda entre la multitud. Y así hasta hoy.
Qué triste, ¿no?. Saber que le tienes delante un día tras otro y no decir nada... Menos mal que los príncipes no existen ;)
ResponderEliminarBesos desde el aire
De eso se trata, de que no existen más que fugazmente. En cambio, Rosa, te cuento un secreto... las princesas sí ;-)
EliminarUn beso
Mejor así, luego la realidad no es tan rápida, ni tan instintiva ni tan perfecta. Y mantener una ilusión siempre ayuda. Y si no, que hubiese estado más rápid@.
ResponderEliminarQuizá algún día... Me gustó la forma en que lo dejas abierto. La intensidad está en el deseo.
ResponderEliminarBesos
El deseo está en el momento.
EliminarUn beso!
Anda, que si el esta pensando lo mismo...
ResponderEliminarLa vida es así, un momento, un vagón de Metro, una estación. Yo también me bajaría en esa :)
EliminarUn abrazo
Ana, me ha arrancado una sonrisa la foto que acompaña al microrrelato, y eso ha sido al final cuando he reparado en ella. Pero antes ya había apreciado lo bien que has dibujado la escena y ese encuentro que por fin llega. Ahora me faltaría saber, pues lo dejas tan abierto, si llegaron a más o no.
ResponderEliminarBuen microrrelato.
Besos.
Si llegaron o no, es algo que nadie me ha revelado, pero podrías hacer otra historia que nos hable de eso, el guante está lanzado.
EliminarBesos
Pues una pena, debería acercarse y al menos saludarlo, porque quedarse así, con ese deseo incumplido, uf.
ResponderEliminarBuen relato Anita, nos dejas en ascuas. Un abrazo.
Encontrar y perder son casi lo mismo, solo hay que darle la vuelta.
EliminarUn abrazo
Me perdí entre la multitud, te di la espalda, para que la desolación del tiempo no arruinará aquel instante. Veo que funcionó, suele ocurrir.
ResponderEliminarPor cierto, mi mirada no estaba enfocada al vacío, ya sabes, ese lunar en el lado izquierdo del escote.
Salud-itos
Ajá, veo que has cogido el guante tú. Ya sé, ya.
EliminarUn abrazo
Yo aquí había dejado un comentario, pero parece que blogger hizo de las suyas. Porque me paso en un par más ese día.
ResponderEliminarMuy fugaz, la vida a veces es así ¿no? Un instante, un segundo, un flechazo, una chispa, pero tan intenso que quizá podría asemejarse a un microrrelato, la vida digo.
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Ja, ja, lo había leído varias veces, pero no me había dado cuenta del trucaje de la foto. Prícipe Pío. Qué bueno (el relato también).
ResponderEliminarEsos transportes llenos de insinuaciones y promesas, cuantas historias no darán.
ResponderEliminarMuy bueno Ana.
Abrazos.
dejame pensar que los principes existen, mejor dicho vengo a reafirmar que sí existen...
ResponderEliminarqué sería de nosotras las princesas si ellos fueran solamente una ilusión?
muy bueno, te dejo un saludo
Ana, ese deseo eterno se llena con tu maravillosa forma de llenar de letras las historias y me deja pegado a tu blog esperando...
ResponderEliminarSaludos
Vengo siguiendo la pista que llega a Isabel Martinez Barquero, pasando por Nicolas Jarque, hasta aquí. Ahora lo comprendo todo. Tu final abierto se presta para seguir.
ResponderEliminarRecibe mis saludos.
Yo vengo igual que Anna de Isabel Martinez, y que grata sorpresa, claro que vengo guiada de una buenisima mano,
ResponderEliminarcon tu permiso me quedo...
Besos muchos ♥♥♥
creo que deje comentario, pero llamaron a la puerta me despisté y prefiero dos que ninguno,
ResponderEliminarllegue de la magnifica mano de Isabel Martínez como Anna, y gratísima sorpresa, de hecho con tu permiso me quedo...
Un abrazo
Besos ♥♥♥