Nos conocimos en aquella fiesta en la que colgaban cuerdas del techo con grilletes. Yo llegué de las primeras y elegí el papel de chica guapa. Tú llegaste tarde pero aún quedaba el de chico tímido que luego no lo es. Todos se reían con tus ocurrencias, contabas historias que creíamos y celebrábamos con carcajadas y caras de bocas abiertas. Cuando bajaron el telón y te acercaste a ayudarme con las cuerdas, en una rápida pirueta me pusiste frente a ti; y eso también me lo creí.
Hija mia, entre respuestas en el mio y comentarios en el tuyo no doy abasto. Has cogido una velocidad que pa que.
ResponderEliminarQue tiempos aquellos en los que no sabiamos mentir...
Es que he dejado facebook, jaja, y estoy retomando el blog, con nuevas perspectivas.
EliminarY visitando otros... :)
Abrazo
¿Quién cuenta la historia? ¿Él? o ¿Ella? o ¿son dos ellas? tal vez dé igual porque el relato se sostiene por sí solo. Perdona la incursión pero me ha asaltado la duda.
ResponderEliminarUn abrazo,
Bueno, podría ser cualquier cosa, igual la idea no se ve bien porque yo la tenía clara, trabajaré sobre ello. Gracias, Esperanza.
EliminarUn abrazo
Ana, una historia de amor que deja una inquietud por esas cadenas que pocas veces apuntan nada bueno, aunque se aprecia esa magia de las marionetas y del amor.
ResponderEliminarA seguir así.
Abrazos.
Creo que le falta algo al texto, porque la idea que da no es la que yo quería. Y está bien que haya otras lecturas, pero más bien diría que no se entiende... ya tú sabes ;-)
EliminarAbrazos
Las máscaras, dicen, heredarán la tierra.
ResponderEliminarSaludos
J.
Y cada día puedes ponerte una diferente.
EliminarUn abrazo
Amargo final.
ResponderEliminarQué bueno llegar y poder escoger el papel. Y que encima el prota se fije en ti aunque sea sólo una función. Para los personajes una función es una vida entera.
ResponderEliminarUn abrazo, Ana.