No pudo llegar porque ya no había nadie para repartirla... en todo caso, siempre podrás ir a buscarla si es la tuya, More, pero no la encontrarás en tu bonito buzón nuevo
Nunca se sabe, a veces pienso que hay cartas que tienen vida propia y de repente aparecen cuando menos te la esperes. Quizá se fue a buscar al último cartero. Durante un rato antes de repartirlas las cartas se convierten en mis compañeras, las miro, acaricio hasta que al final suavemente las deslizo en el buzón o por debajo la puerta, y me imagino que emprenden un nuevo viaje.
No a la privatización de Correos
ResponderEliminarEspero que esa carta no fuera la mía...
ResponderEliminarO llegó al buzón equivocado...
ResponderEliminarNo pudo llegar porque ya no había nadie para repartirla... en todo caso, siempre podrás ir a buscarla si es la tuya, More, pero no la encontrarás en tu bonito buzón nuevo
ResponderEliminarCuando ya no queden carteros habrá muerto, definitivamente, el romanticismo.
ResponderEliminarNunca se sabe, a veces pienso que hay cartas que tienen vida propia y de repente aparecen cuando menos te la esperes. Quizá se fue a buscar al último cartero. Durante un rato antes de repartirlas las cartas se convierten en mis compañeras, las miro, acaricio hasta que al final suavemente las deslizo en el buzón o por debajo la puerta, y me imagino que emprenden un nuevo viaje.
ResponderEliminarEn el Sahara no hay cartero y sin embargo las cartas llegan.
ResponderEliminarSiempre nos quedarán las facturas (eso si es amor fidelidad y constancia)
ResponderEliminarJa! suele pasar.
ResponderEliminarAnduve por tu blog ,Anita, ha sido un placer. Vuelvo