domingo, 25 de noviembre de 2012

Cambio de estación


Escondí las lágrimas y las sonrisas del revés bajo siete mantas, tres abrigos, cuatro jerséis de cuello vuelto, los pantalones de pana, los guantes y las bufandas. Regué de naftalina, cerré bien la cremallera y lo subí al altillo del armario. 
Al llegar el frío, con la rutina del cambio de estación, saco las cosas una a una; con ellas abrigaré las mañanas de sol gélido, las tardes de lluvia, las noches de escarcha...
L s  pen s  y  n  st ba





13 comentarios:

  1. Esto más parece un cambio de estación en la propia vida que algo relacionado con el tiempo. O con el tiempo que ha pasado, o con el tiempo que no queremos recordar o ...

    Muchos besos, Anita

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    1. Bueno, de ahí el título. A veces los cambios vitales son como las estaciones.
      Un beso grande

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  2. Los días claros de invierno tienen una luz especial a pesar de que son los más fríos del año. Si te preparas y abrigas puedes disfrutar mucho esta estación. Siento este relato muy cercano y me alegra mucho, por fin, leerlo en tu blog. Sobre todo esas últimas palabras que se leen solas sin necesidad de letras. Un beso.

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    1. Gracias, realmente el invierno si no pasas mucho frío está muy bien, en estas latitudes es más fácil disfrutarlo, aún así voy por una mantita.
      Un beso

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  3. Me dejas sin palabras y sin más comentarios que decirte que es hermosísimo y que llega a fondo.

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    1. Me alegro que te guste... este relato ha reposado todo el verano, junto con las penas. Pero uy, ya sale... con la ropa de invierno.
      Un abrazo grande

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  4. La naftalina acaba con todos los bichos...

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    1. Si, creo que la aplicaré más en mi vida amorosa, ja ja ja
      Un abrazo

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  5. Hay cosas que es mejor guardarlas lejos, bajo siete llaves. Me gustó mucho.
    saludillos

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    1. O bajo siete mantas, que viene a ser lo mismo.
      Un abrazo enorme, ranita

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  6. Un micro que centra su potencia en un mínimo juego visual y que consigue -con ello y con la acertada elección de su prosa- colarse en el lector hasta generar un deseo de convertir su realidad -la del micro- en la propia.

    Brillante, Anita.

    Un abrazo,

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    1. Pedro, después de tu comentario tengo que leer el relato para ver si todo eso estaba ahí :)
      Gracias!!
      Un abrazo de inventor

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  7. Las polillas se comieron parte del dolor... Pero las mantas estaban ahí para cobijarte, y podrás salir con un buen jersey a sentir el maravilloso sol del invierno.
    Besos y una taza de chocolate con churros, que ahora es lo que apetece.

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Si quieres, deja tus huellas al andar por mi casa.

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