En tu mirada entendí el dolor, en tu cuerpo agarrotado que lo sostenía para que no se escapara, y en tus palabras tristes y desgarradas.
Me acerqué a tu oído para susurrarte calma y por allí me colé para tratar de sacar aquéllo que tanto daño te hacía. Me deslicé por la trompa de eustaquio y tras notar el aire fresco en las fosas nasales bajé por la tráquea hasta tus pulmones, allí noté tu respiración entrecortada. Son mullidos tus pulmones, pasé del derecho al izquierdo preguntándome si la dificultad para respirar tendría que ver con ellos, los besé con cariño pidiéndoles paciencia y rebusqué bajo el izquierdo tu corazón.
Parecía iluminado, rojo y vibrante, latía con fuerza, revisé bien las aurículas, ahora los ventrículos, y escondida junto a la aorta encontré una piedra negra. Me acerqué a tocarla, quemaba, pero había traído las pinzas, especiales para extraer grandes sufrimientos.
Cogí la piedra y salí de allí; nadando por tus venas llegué hasta la palma de tu mano, donde unida al sudor de tus manos, apretadas todavía, conseguí salir.
Una vez fuera te la enseñé "no sufras más, mi amor, eres libre", entonces tu mirada cambió la tristeza por la ira "no puedes hacer eso, es MI dolor y lo sacaré cuando quiera" y dicho esto, te tragaste la piedra con un glup.
Es genial! Por lo bien escrito que está y por lo que cuenta. Esa sensación de queres ayudar a alguien que no quiere ser ayudado, quizás porque no es el momento. Fenómeno
ResponderEliminarAsí...así debe ser el dolor, una piedra negra y ardiente. me encantó Anita, es profundo y te enseña, que el dolor hay que sentirlo hasta que la piedra se enfrie...hasta que el tiempo pase. Un abrazo.
ResponderEliminarAnita, que buen relato! tal cual dice el título era "su dolor". Pero la mujer actuó como una madre, amando y cuidando incondicionalmente y apareciendo cuando hace falta. Y el caballero actuó como un hijo al que una madre entrometida le quita aquello que le pertenece. Muy lindo.
ResponderEliminarAbrazo.
No se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado pero a veces no podemos evitarlo no?. Es precioso el relato a la vez que duro. Cuando sea el momento él sacará esa piedra y se la enseñará. Mira lo conseguí. Saludillos de fin de semana
ResponderEliminarA tus pies me quedo querida anita, es un relato etupendo. Tiene ritmo, los hechos van fluyendo a medida que vas recorriendo el interior del cuerpo, hasta volver a aparecer en el plano real, para dejarnos con la boca abierta ante la imposibilidad de sacar de alguien el dolor, sin que ella aún lo haya sacado. Aplausos. Un beso.
ResponderEliminarMe encantó Anita, me encantó...yo pensando que lanzaría lejos la piedra y mira qué final...muy bueno :)
ResponderEliminarBesos.
Otro relato estupendo Anita, con mensaje incluido.
ResponderEliminarUn abrazo admirado.
Algunas teorías dicen que para ayudar a alguien atormentado lo único que hay que hacer es escucharlo, sin opinar, sin aconsejar, sólo escuchar.
ResponderEliminarGenial forma de introducirte en la otra persona a través de sus órganos, supongo que es una metáfora de la búsqueda interior.
Me gustó también lo de la piedra.
Un beso, Anita.
Me gusta, Ana, me gusta. A mí también me gusta que me dejen solo con mi dolor, me acordé de una canción de salsa, de mis favoritas de "Los hermanos Lebrón", se llama "Agonía", un trocito de la canción:
ResponderEliminarSin ofender a nadie
Yo le digo
Que la manera de alguna gente ser no va conmigo
Cada uno tiene su dolor, sus quejas y su tristeza.
Cada uno tiene su novela.
Si me ven en agonía, no se asombren, no se rían.
Quiero estar solo pa´pelear con mi dolor.
Y yo les daría las gracias, gane o pierda igualmente, gane o pierda yo, así es mejor.
Un abrazo.
Me gusta mucho el relato Ana!.Lo que no te mata te hace más fuerte...por ello creo que cada uno a su manera,cuando le llega el dolor, tiene que intentar superarlo para salir airoso de él.Un beso.
ResponderEliminarExcelente relato Ana! Tenemos derecho a nuestros dolores, a liberarnos de ellos cuando sea nuestro tiempo o, incluso, a no liberarnos jamás.
ResponderEliminarComo siempre, un placer leerte.
Un abrazo
Patricia
RUTA
ResponderEliminarHacia dónde vas paisaje con aristas?
Veo tus monstruos
marchando tras tu sombra
y tú los ignoras.
Nunca miras los puertos saqueados,
los mitos vencidos.
Tu pelo reparte lanzas de lumbre,
tu rostro inaugura en mi jardín
un espejismo de puertas.
El conjuro triunfó,
te sigo en silencio.
anuar iván.
Me encanta. Sobre todo el mensaje y el recorrido que haces a través del cuerpo.
ResponderEliminarMuy bien.
Abrazos
Eres grande Anita. Me ha encantado.
ResponderEliminarBlogsaludos
El relato me ha encantado.
ResponderEliminarLos dolores se comparten, se acompañan, se viven, se lloran, pero no se roban. Los sentimientos se viven, se tienen, se recuerdan.
Un abrazo
Hay que saber respetar la libertad ajena aunque opinemos que le daña.
ResponderEliminar(Opinión peregrina de alguien sin ni idea)
Muy bueno Anita, que duro cuando ves a alguien en esa situación y no quiere ayuda, pero me gusta la forma de mirar que transmites en el relato.
ResponderEliminarCoincido plenamente en el análisis con Maite. Me gusta el juego de dentro y fuera. Es un texto duro, pero muy real.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy buen relato, Anita, te felicito. Decidí seguirte.
ResponderEliminarTe dejo un beso.
Humberto.
www.humbertodib.blogspot.com
Me parece una gran metáfora tu negra piedra. Algunos se aferran tanto a su dolor, que creen no ser nada sin él. Al dolor hay que mirarlo cara a cara... Respirarlo y si alguien nos da esa piedra... Nos muestra lo que duele, darle las gracias y acto seguido sembrar esa piedra en la tierra. Será semilla de un nuevo nacimiento.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a todas y todos por pasar por aquí. Este micro salió de dentro, donde estaba la piedra negra o habrá estado en algún momento. Y quería reflejar tanto la necesidad que tenemos las personas de resolver todo, lo nuestro y lo de los demás, como el derecho que tiene cada persona de su propio proceso de dolor, que es necesario sentir y que por lo que yo creo, solo unx mismo puede salir de su dolor. Están bien las ayudas pero no las imposiciones y una vez que cada quien saque su piedra creo que sí, es semilla de algo que nace.
ResponderEliminarAbrazos
Muchas gracias, Ana! Es totalmente cierto lo que dices. Cosas de la vida, escribimos sobre esto casi a la vez, cada uno en nuestro blog. Un abrazo fuerte
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