Los tiempos se han vuelto difíciles, ya no quedan sitios como ese. Lo vemos desde aquí con envidia, sabiendo que no podremos llegar, que no es nuestro territorio.
Sin embargo, el hambre que pasamos últimamente ha cambiado nuestros valores, ahora no nos importa adentrarnos en territorios ajenos, salir a buscar comida donde no nos corresponde. En la asamblea de ayer decidimos saltar a la siguiente calle, luchar por hacerla nuestra y quedarnos con los restos que ahora son suyos.
Primero saltó Juan y erró, el salto fue desmedido y le estaba esperando una emboscada, después María se quedó corta y dio con sus huesos en la acera. Me toca a mi, aún me quedan cuatro vidas por delante, esperaré a que estén abajo rastreando las basuras para abalanzarme sobre ellos y acabar, yo solo, con su dominio.
Parecen gatos, ¿lo son? Me ha gustado mucho esa idea de buscar la supervivencia, en un mundo que parece abocado a desaparecer.
ResponderEliminarBuen micro, Anita. Saludos.
Una visión extraña de la vida de los gatos?
ResponderEliminarMe hace pensar...
Besos desde el aire
Un mundo de gatos que se parece peligrosamente al nuestro.
ResponderEliminarDuro, Ana. Y certero.
Un beso enorme
Has escrito un micro de Patricia Nasello. ¿Te diste cuenta?
ResponderEliminarBesos idiotas.
NICOLÁS, gatos, si, por lo de los tejados, desde que vi esta foto me inspiró un mundo de gatos peleando por la basura de esa terracita que se ve abajo.
ResponderEliminarROSA, una visión desde arriba por lo menos. Desde el aire, casi.
PATRICIA, sí que se parece, eso pretendía... ellos también pasarán sus crisis, no?
KUM*, eso sí que es un piropo... ahora que lo dices, igual se da un aire, ojalá.
Abrazos, besos y maullidos
Gatuna historia no muy alejada de un posible futuro humano. Bien jugado.
ResponderEliminarBlogsaludos
Un relato inquietante a la vena, al mejor estilo de Cortázar. Por el vicio de deducir podríamos pensar en muchos animales pero yo prefiero dejarlo en indefinido, en las formas que me sugiere tu cuento. Aplaudo, aplaudo y aplaudo.
ResponderEliminarAbrazos fuertes,
PABLO GONZ
Los pensamientos de estos gatos me recuerdan bastante a los humanos.
ResponderEliminarBesitos
Anita, hacía mucho que no leía un relato en donde hablaran los animales, me gustan, porque me transmiten una cierta inocencia infantil... ya perdida para mí.
ResponderEliminarUn beso.
Humberto.
¡Si vamos a morir, que no sea en vano!
ResponderEliminarSaludos
J.
Sí que están los tiempos difíciles. ¡Ojalá no se llegue a esto!
ResponderEliminarBesos gatunos.
Cuatro vidas todavía dan para mucho jeje. Miau saludos de rana a gata
ResponderEliminarNEL, yo ya no sé si soy humana o gata, en este pelear por las basuras. Gracias
ResponderEliminarPABLO, gracias por los aplausos, me ruborizan :) ¿Cortázar? ¿Patricia Nasello? hoy me están cayendo muy buenos piropos. Los tejados están tomados, espero que no los necesitemos luego!
ELYSA, eso pasa, somos una metáfora de tantas cosas...
HUMBERTO, quizá es porque a los animales no les damos juicios sino acción, viven aquí y ahora, como los niños, me alegra que te guste!
JOSÉ, eso por supuesto, moriremos luchando!!!
LOLA, si, están chungos... pero nos quedan vidas por delante, menos mal.
PUCK, eso digo yo, podemos morir en esta por una buena razón y ya veremos luego!!
Abrazos con uñas y dientes y gracias por venir!!!
Gatos, personas...ratas, en las ciudades se confunden.
ResponderEliminarBesos, Anita.