La araña sabía que si quería podía tejer alrededor de la flor, allí comería todo lo que le apeteciera, porque notaba como todos se sentían atraídos por ella. Pero amaba a esa flor, sentía calor cuando se acercaba a ella y sus estambres la acariciaban delicadamente cuando desaparecía entre su blancura.
*Foto de Nuria Sánchez
Me gusta esa diferencia entre lo que la araña sabe, siente y hace. Saludillos
ResponderEliminar¡Qué linda y delicada arañita! Me gustó.
ResponderEliminarBesos pareados.
La foto me encanta, y cómo no, también cómo tejes relatos Anita. Un besito de fuego!
ResponderEliminarHoy tenías el puntito lírico en la pluma ;) te quedó bonito. Un beso.
ResponderEliminarMe imaginé una flor carnívora con ese "desaparecía entre su blancura", jejeje.
ResponderEliminarBesos.
Hermosa imagen, no me extraña que seduzca a todo el que la mire... aunque sea una araña :)
ResponderEliminarBesos.
Hasta las arañas tienen sus principios. Y hasta a ellas le pude salir caro la flata de escrúpulos ajena.
ResponderEliminarMe gustó y bonita foto también.
Te quiere, te cuida y te da de comer, y ¿te enamoras de ella? Un psicoanalista diría que es el típico complejo de Edipo...
ResponderEliminarUn abrazo
Siempre me han encantado los sutiles amores que se dan entre diferentes seres vivos que se necesitan, bello Anita :)
ResponderEliminarEsa araña lo tenía todo muy claro... Sabía manejar los hilos.
ResponderEliminarAbrazos enmarañados
Muy acertado y ameno, diverso y bien trabajado, cuanto he tenido el placer de leer. Enhorabuena.
ResponderEliminarSalud
Julio G. Alonso
Saberse dueño de un poder, pero elegir no usarlo para no herir al otro. Eso es amor.
ResponderEliminarHasta la arañas se pueden enamorar.
ResponderEliminarBesos, Ana.