En el juicio, las pruebas fueron
incuestionables, todas apuntaban a la culpabilidad hasta que el abogado sacó la
última. Nadie se había percatado hasta entonces de que al político le faltaba
una mano, y el letrado la tenía ahí, en una cajita que abrió frente al Juez:
«Esta mano fue cortada hace más de un mes. Es la que sujetaba el maletín que
todos han podido ver en la foto, tal como se puede observar por las marcas en
la piel. Con esto demuestro que este hombre es incorrupto». Y con razón, porque
la mano conservaba ese tono moreno rosado de la piel viva. Los de las filas de
más adelante pudieron tocarla, sentir su calor, algunos hasta estrecharla. Al
Juez no le quedó más remedio que dictar sentencia absolutoria. Nadie mencionó el olor a azufre que impregnaba la sala al paso del abogado defensor.
Participa en La primavera de microrrelatos indignados organizado por los blogs (junto a este):
La colina naranja
Explorando Lilliput
Pliegos volantes
En La colina naranja y Pliegos Volantes encontraréis los microrrelatos indignados de quienes no tienen blog y han querido participar ¡no os perdáis ninguno!
Vaya tufo a azufre que despide...este micro huele a chamusquina...
ResponderEliminar¡Muy bueno Ana!... tu relato permite que la sonrisa, la risa incluso, se encuentre de frente con la indignación... un reto muy difícil... Dominique
ResponderEliminarAna, de tu indignación me llama la atención que sea precisamente un diablo quien defiende al corrupto, y debe ser así, aunque suelen estar muy próximos a los ángeles. Convencido, es al revés de como lo cuentan. Nos vemos en las alambradas.
ResponderEliminarTodos los abogados huelen a azufre excepto el mio, porque yo realmente, llevo razon
ResponderEliminarInteresante el juego de palabras con "corrupto/incorrupto" y muy bien llevada la crítica al sistema judicial. Me ha gustado :).
ResponderEliminarAna, inquietante y certero este microrrelato, en el que nada es lo que parece y todo es lo que es. Así nos va, que sabemos que nos roban y nada hacemos, o más bien poco.
ResponderEliminarUn abrazo.
No sé yo, Ana, si hasta el diablo me parece un angelito al lado de estos corruptos/incorruptos que nos manejan. Buen micro indignado.
ResponderEliminarBesitos
Si la gente de a pie son incapaces de ver que los recortes son para bien, no pretenderás que huelan el azufre, menos aún cuando llevan meses queriendo oler algo potaje rico que echarse al estómago, pongamos por caso.
ResponderEliminarAzufre!!!
No es eso Chanel???
Los abogados -junto con sus criminales defendidos- se las ingenian para salir adelante.
ResponderEliminarSaludos.
El mensaje suyacente en este micro, Anita, habla de esperanza; porque no cuenta que los malos son los de siempre. Ojalá fuera así, porque los podríamos identificar.
ResponderEliminarUn abrazo,
jojojo. me ha encantado lo del olor a azufre, porque es seguro que así deben de oler los malos.
ResponderEliminarCreo que algunos de ellos se tuvieron que ir de Valencia en fallas por razones evidentes. Se les notaba el apego al fuego.
Esa mano incorrupta esta podrida por dentro, el tufillo del azufre tapa cualquier otro olor. Qué buen retrato de tanto corrupto que se escapa de la (in)justicia de este país.
ResponderEliminarNunca oí hablar de abogados con olor a azufre. Es muy llamativo el tono y la trama de tu relato, incluida la prueba irrefutable...
ResponderEliminarBesicos Anita desde mi alambrada.
Ay, el azufre. Últimamente apesta por todas partes, los malos son inmunes a todo, están defendidos y a salvo de cualquier intento de ponerlos en el buen camino, en el que todos los demás compartimos. Ay, el azufre.
ResponderEliminarEnhorabuena por la repercusión que está teniento, Ana. Un abrazo.
Qué bueno, ese detalle del azufre le da sentido a todo el relato. Me has hecho reír con lo del brazo incorrupto.
ResponderEliminarBesos.
No he podido menos que imaginarme la imagen y esbozar una sonrisa con ese "incorrupto". Buena indignación.
ResponderEliminarsaludillos
Siempre me han llamado la atención (además de darme un poco de asco) las partes incorruptas, luego imaginaba que el resto del cuerpo, como no estaba allí también, debiá de ser corrupto...
ResponderEliminarQué imaginación Ana. Por algo el diablo es más listo por abogado que por diablo.
Estupendo enfoque para un juicio. Muchos se dejarían cortar...
Un besooo
Entre corruptos, incorruptos corrompidos, corruptibles, corruptelas interruptus, anda el juego. Y el resto, entre indignados, perplejos, desahuciados, parados y hambrientos, esperando el final de la partida.
ResponderEliminarMuy bueno tu micro, Ana.
Hola, con un poco más de retraso del que hubiese preferido, te informo que la publicación que recopila todos los trabajos que participaron en la I Carrera Verde ya está lista. La encontrarás en Microrrelatos al por mayor y espero que te guste.
ResponderEliminarMuchas gracias por participar, Luisa.
Gracias a todos por vuestros comentarios!!
ResponderEliminarFue un día muy agitado con tanta primavera.
Abrazos