Para Fernando Vicente
Mujer vistiéndose-Eider Astrain
Con cierto trabajo se pone la ropa, camisa y pantalón de pinzas, se abrocha el cinturón, introduce los brazos arrugados y mustios dentro del jersey y la mira con desdén y cierta ternura. Quiere decirlo una vez más, pero calla.
Ella a su vez abrocha el sujetador, abotona la camisa y sube la cremallera de la falda, mete sus pies llenos de formas imposibles en los zapatos y le mira de reojo. Quiere decirlo una vez más, pero calla.
Cada año se encuentran desde hace tantos que ya ni recuerdan, el mismo hotel, la misma habitación, la misma cena. Y repiten el ritual amatorio, año tras año, por una vieja promesa adquirida. Cada vez se prometen en secreto que será la última, que no les apetece el viaje, que a nadie le importa ya si tienen o no amante, que a quién engañan. Quieren decirlo una vez más, pero callan.
Aquí la réplica de Fernando Paréntesis (...)
Aquí la réplica de Fernando Paréntesis (...)
Precioso, Ana, y a la vez desolador y triste. Besos
ResponderEliminarGracias! La desolación también forma parte de la vida.
EliminarBesos
Simplemente llega, llega a todo el que lo lea.
ResponderEliminarGracias por escribir así.
Un beso.
Pd: Temer es algo a lo que la gente se malacostumbra
Me alegro que te llegue Aurora. Gracias por tu visita
EliminarUn beso
El caso es que el año que viene, regresarán. No pueden escapar y así ocurrirá, les guste aceptarlo o no, en cada encuentro anual...
ResponderEliminarCuanto me ha gustado esta entrada!
Saludos
Si, es un bucle hasta que se terminen los años, las vidas.
EliminarAbrazos
Un ritual silencioso, lleno de palabras nada efímeras.
ResponderEliminarQué bien escribes Anita.
Besicos
Poniéndome al día con las ventanas amigas.
Yo aún estoy por ponerme al día...
EliminarUn abrazo
Cuesta romper con las rutinas...Aunque sean anuales y ya no tengan sentido.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Con esas cuesta más, creo, porque no hay tiempo para decir las cosas. A veces hace falta tiempo para hablar, no?
EliminarBesos desde el mar
No había visto la dedicatoria. ¡Muchísimas gracias!
ResponderEliminarSobre todo porque me parece un relato magnífico, triste pero que destila cariño por los personajes, tan cercanos, ¿verdad?
Estoy pensando en... devolvértela.
Esperando me tienes, Fernando!
EliminarA veces hay que regalarse... no crees?
Besos
Qué sería de nosotros sin esos rituales que nos prenden a la vida como un alfiler! Vivimos aunque duela. Relato intenso, de buen eco. Abrazos Ana.
ResponderEliminarMejor no lo pienso, que me duele.
EliminarAbrazos
Si yo fuese Don Fernando Vicente, tendría dificultades para abotonar la camisa de lo henchido que me sentiría, Anita.
ResponderEliminarEste micro, muy fiel a tu resgistro literario, es soberbio. Tres trazos, en forma de párrafos, que condensan pasión e infortunio, pasado, presente y futuro, certezas y dudas.
Sobre un esquema de acción posible, es el clima imperante en la historia lo que nos desasosiega, y eso es lo que convierte a este micro en excepcional.
¡Bravo!
Un abrazo,
Un análisis en tres párrafos que me impide abrocharme a mi la camisa...
EliminarGracias, Pedro!
Abrazos
Muy bueno, Aanita. Es una preciosa historia, quizás triste pero, no sé, hay cariño dentro de ella.
ResponderEliminarBesitos
PD: Me ha recordado a una película que me gustó mucho, si me acuerdo del título te lo digo.
Te diré que la idea la recuerdo de una película... pero hablando con Fernando me increpó a escribir mi versión... digamos, porque la peli no sé ni cual es ni recuerdo bien nada.
EliminarAbrazos
Hubo una pelicula, super romantica "El año que viene a la misma hora", me la recordaste
ResponderEliminarUn abrazo
Ah, mira, por fin aparece el título, lo miraré, gracias!!!
EliminarUn abrazo
Desolador, la rutina matando la cita gozosa con el amante.
ResponderEliminarNo tenemos escapatoria, no. Con pareja permanente o itinerante, solos, acompañados, acompañados y solos, estamos perdidos, mires por donde la mires. La rutina gana, la sucesión de segundos que no para y ese "tictac" que siempre siempre es el mismo, como una banda sonora.
Solo, Luisa, queda amar la rutina, que puede ser toda una experiencia.
EliminarAbrazos
Retrato de la desolación. Vendrán tiempos mejores, a pesar de las arrugas.
ResponderEliminarTriple de besos.
Seguro que sí, Lola.
EliminarUn mega abrazo
Me ha gustado mucho. Los silencios acumulados. La imagen del vestirse, detalladas para dar fuerza a al silencio. Las promesas y su peso. Y ese autoengaño. Felicidades a Fernando por esta dedicatoria tan grande.
ResponderEliminarAna, las palabras nos permiten decir mucho, con muy poco. Me ha encantado, primero la descripción, esos cuerpos cansados, envejecidos, esa mente divagando. Nos llevas, y cuando pensamos un desenlace verosímil, nos muestras esta historia de silencios. Como la vida que fluye y nos lleva sin saber por qué ni doónde.
ResponderEliminarUn abrazo.
De la repetición nace la costumbre; de la costumbre se nutre la rutina y se desinfla la pasión.
ResponderEliminarTriste pero real.
Un beso, Ana.
La primera letra que he leido de MJ es triste...esa es la sensación que destila el micro, tristeza, me ha encantado la forma de escribirlo, pero me deja un poco...
ResponderEliminarBesos guapetona!
Las rutinas simulan normalidad, que todo está bien, que todo es como antes... Triste, como dicen todos por ahí. Pero no importa porque hay amor
ResponderEliminarMe gusta el ritmo que lleva el texto.
Un abrazo, Anita.
Llego un poquín tarde a los comentarios pero no quería dejar pasar este texto magnífico, Anita. Tiene una sensibilidad especial... Las pausas, lo no dicho tienen una carga que uff, me dio un mazazo. Y el cuento de respuesta de Fernando, brillante. Para poner en cuadrito los dos textos! Qué maravilla leerlos! Saludos van
ResponderEliminarQué imagen tan certera de la codependencia, incluso entre amantes... Me ha gustado mucho, me parece muy emotivo y el de Fernando, en su propio registro, también.
ResponderEliminarAbrazos
La fuerza de la costumbre. La costumbre de esforzarse cuando, a veces, ya no es necesario.
ResponderEliminarAl releerlo me encantó entontrarme algunas pistas: brazos arrugados, pies de formas imposibles... Una maravilla, Ana.
Un abrazo.
Y el de Fernando Vicente, al quien no conocía, otra delicia.
EliminarMiguel, esos detalles son muy importantes en el relato. Gracias por decirlo
EliminarAbrazos
Y el silencio, como siempre, es salud...
ResponderEliminarSaludos
J.
Si, y si luego cantan pájaros mejor :)
EliminarUn titulo muy acertado que define desde fuera una historia de amor al uso. Elegiste la mejor manera de contarlo. Enhorabuena! Abrazos
ResponderEliminarY por si no, Fernando eligió otra manera preciosa. Me encanta que esta historia tenga dos puntos de vista.
EliminarGracias, Agus, Un abrazo
En todo hay costumbres que se convierten en sagradas, incluso aunque hayan perdido el sentido.
ResponderEliminarUn silencio que comparten año tras año con los mismos rituales.
ResponderEliminarY seguro que no lo dejan .
Me ha gustado.
Un saludo desde Barcelona .
La rutina acecha incluso en las historias que nacen para escapar de ella. Me ha gustado mucho ese retrato tan certero que has hecho.
ResponderEliminarUn abrazo,
Algo triste Anita, mantener callados, no en silencio, sino callados, qué sentirán al esperar la fecha siguiente del encuentro. Abrazos.
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