lunes, 10 de septiembre de 2012

Montaña rusa


Entro en el vagón, me siento y bajo la barra de seguridad. Suena un pitido y empezamos a avanzar por los carriles. Primero una subida lenta, muy lenta, que hace presagiar una bajada vertiginosa: pero no, hay un llano y después cae con suavidad, luego otra subida y ahora sí, triple vuelta de campana, estómago en la garganta, ojos fuera, gritos de pánico. Llano rápido y una bajada, ya caemos en picado, los pelos se quedan arriba, las manos aferradas a la barra, hasta el culo se levanta un poco del asiento. Subida otra vez y luego vuelta, giro, vuelta, giro, un llano largo lleno de temores y por fin una bajada por un túnel que parece no terminar nunca. Al salir, media vuelta y se terminó. Respiro. Ahora por fin sé que te has ido para siempre.

27 comentarios:

  1. Curioso. Hace dos días estuve en un parque de atracciones, sentí todo eso, pero no se me hubiera ocurrido emparentarlo con una relación... Ahora que te leo creo que tienes razón. Hay relaciones con más altibajos, loopings y encogimiento de estómago que cualquier atracción de feria, por mucho que la anuncien como la más, más, más del mundo mundial.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo también estuve en el parque de atracciones, no sé si se nota :)
      Y sí, la vida siempre más
      Abrazo

      Eliminar
  2. Nunca me gustaron los parques de atracciones, y menos ahora.
    Un beso

    ResponderEliminar
  3. Buena comparación. Como relato de montaña rusa, genial. Vertiginoso. Consigues darle un ritmo brutal. Y esa frase final le da un toque personal insuperable. Pero sabes una cosa? Cuando te bajas de la montaña rusa te esperan el resto de atracciones del parque.
    Bsts

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah, y hay algunas que merecen la pena... seguro que hay una "Ranitas saltarinas felices" que me voy a subir en cuanto la vea.
      Un beso

      Eliminar
  4. Yo interpretaba que lo se va para siempre es el miedo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues mira, tu interpretación me gusta bastante. Es una forma muy positiva de verlo.
      Un abrazo

      Eliminar
  5. Yo soy incapaz de subir a una atracción así, no me verás nunca, pero he subido con tu relato que tiene un ritmo trepidante...Y un final nada esperado, muy bueno, muy bueno.

    Besicos, Anita

    Poniéndome al día con las ventanas amigas.

    ResponderEliminar
  6. Toda una metáfora, escrita con precisión y pulso firme. El final, eleva el micro.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  7. Ay qué precisión tiene esta analogía, Anita! Tanto vértigo y vuelta de campana para terminar frenando en seco, paralizados y preguntándonos cómo fue que nos dejamos llevar por todas esas vueltas ... Muy muy muy bueno. Un placer enorme leerte! Saludos van

    ResponderEliminar
  8. Anita, solo me subí una vez en una montaña rusa y acabé en el hospital por el mareo. Con tu relato no me ha sucedido lo mismo, pero reconozco que he sentido cierto vértigo. Me ha gustado esa metáfora que has utilizado.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. El micro reproduce mediante un ritmo trepidante todo el vértigo que produce una montaña rusa. La vuelta de tuerca final convierte la pieza en una metáfora que deja un rastro ineludible de amargura en el lector. Bien logrado y bien encajado todo.

    Me ha gustado mucho, sí señora.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  10. Durante años definí mi primer matrimonio como una montaña rusa, solía decir: a veces subes, a veces bajas y la mayor parte del tiempo te preguntas quién te ha mandado a subirte. He disfrutando viendo cómo se puede sacar otra metáfora, más triste pero con más profundidad emocional, Anita.

    Gran micro, no hay duda alguna.

    Un abrazo,

    P.D. Bienvenida, :-)

    ResponderEliminar
  11. La vida es una montaña rusa. Saludos.

    ResponderEliminar
  12. Qué gran final, Anita. Hay relaciones que son tal que así. Qué bueno.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  13. ¿Hay alguna relación que no sea así? ¿Qué vida estuve viviendo, entonces?
    Muy bueno, Anita.
    Besos.
    HD

    ResponderEliminar
  14. Me ha hecho recapacitar. Supongo que hay gente que percibe esas sensaciones durante el trayecto. A mí las montañas rusas me impresionan antes y después. Sobre todo después, al bajar, con los pies indecisos, el estómago descentrado; pensando ¿para qué me habría montado yo ahí? Como en algunas relaciones, supongo, ya ni me acuerdo, ahora con el estómago centrado...
    Abrazo
    Gabriel

    ResponderEliminar
  15. Buena metáfora de la vida. La frase final, plas, en toda la boca. Me gusta, sí. Me gusta.

    ResponderEliminar
  16. Un final de impacto, Anita y sí, hay relaciones así como una montaña rusa.

    Besitos

    ResponderEliminar
  17. De vértigo total, Anita. Muy bien encajado, realmente se nos subió un poco el culo en esa vuelta. El final, en vez de mareo e inseguridad al bajarse, resulta alivio y tranquilidad. Y así es cómo nos extrañamos de haber soportado tanta dichosa subida, bajada, vuelta y revuelta en una relación.
    Me ha encantado.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  18. Casi como una terapia, no? Puede funcionar.

    ResponderEliminar
  19. Como la vida misma, pero me permito recomendarte el consejo de Los Limones "... pásalo bien que es un buen chiste vivir". Aunque ya sabes "...un buen consejo si quieres llegar a viejo, los buenos consejos te van a arruinar" (Dinamita pa´los Pollos), asi que tampoco me hagas mucho caso.

    ResponderEliminar

Si quieres, deja tus huellas al andar por mi casa.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...