Para Eduardo
Cuando sonó la última campanada
el vestido se convirtió en harapos
la carroza en calabaza
el lacayo en perro
y el zapato quedó perdido en la escalera
el
príncipe
aún
no
había
llegado
a
la
fiesta
Esa maldita manía de la previa... La p...
ResponderEliminarBesos
Qué es la previa??? no entendí
EliminarBesos
Jó, Anita, qué pena de fiesta ... y estos príncipes cada día más rancios y más tardones.
ResponderEliminarBesos.
Si, la verdad, yo espero que la cenicienta bailara con otros, más plebeyos pero más divertidos también. Y presentes!
EliminarEl tiempo pasa, y muchas veces, o se llega cuando se tiene que llegar, o se pierde la oportunidad.
ResponderEliminarFelicidades a Eduardo, y que sólo se pierda las fiestas que realmente se quiedra perder.
Abrazos a ambos
Si, hay que estar ahí en el momento, el que sea, pero el momento adecuado, si no estás te lo pierdes. Eduardo también... pero él sabe llegar y casi siempre, aunque tarde, llega.
EliminarAbrazos
Estaría haciendo botellón, no? Si es que los príncipes ya no son lo que eran! Un abrazo, Ana.
ResponderEliminarTú lo sabes mejor que nadie, que les pintas otras historias, de botellón o en un banco durmiendo la mona, a saber donde está.
EliminarAbrazos
Yo creo que para ella fué el comienzo de una buena vida, sin riquezas, pero con felicidad, os lo digo de buena tinta, los principes nada de nada, jejeje
ResponderEliminarDe todas maneras este tal Eduardo parece amigo....nose, nose...
Besos!
Este Eduardo es amigo, pero tiene esa "cosita" que suele llegar tarde... nosotros también pero él no se entera, je je
EliminarA la cenicienta seguro que le vendría bien, que el que espera, desespera.
Abrazos
¡Ay! ¡Cómo ha cambiado el cuento, Ana!
ResponderEliminarUn beso, guapa.
Menos mal que podemos cambiarlos, si no qué coñazo!
EliminarBesos
Eduardo respiró aliviado cuando supo que se había librado de una plebeya cuya única meta en esta vida era dar un braguetazo. Me simpatizas, príncipe.
ResponderEliminarUn zapatazo es lo que quería dar la plebeya, ja ja
EliminarEs una forma de verlo como otra cualquiera, David.
Un abrazo
Si el príncipe no había llegado a la fiesta, habrá que buscarlo en la UVI.
ResponderEliminar¡Muy bueno, Anita!
Uy, espero que solo sea un tardón, que no le haya pasado nada. Hay que ver lo que tenemos en la cabeza cuando alguien no hace lo que esperamos, ja ja
EliminarBesos
Anita, es una buena alternativa del cuento. Ya hasta los príncipes llegan tarde. Saludos.
ResponderEliminarLos pobres príncipes han sido tratados siempre como personajes secundarios sin papel, sin posibilidad de elección. Este te digo yo que tiene personalidad.
EliminarUn abrazo
Me ha gustado mucho, Anita. Especialmente, la ironía brutal que consigues a través del ritmo, la estructura y la disposición de la última frase.
ResponderEliminarAbrazos.
Es como una espera a través de un reloj de arena, así quería que pareciera, como pausado, intentando que el príncipe llegara antes de terminarlo, pero qué va...
EliminarGracias Agus!
Abrazos
es que si te quedas esperando al príncipe azul, al final te suele salir rana. Me gustó.
ResponderEliminarEfectivamente, si a las 12 no ha venido ¡que le den!
EliminarY a otra cosa
Besos
Es de las veces en que los cuentos no salen bien :(
ResponderEliminarmuy bueno,
un saludo
Es que los cuentos no deberían salir tan bien, para no engañar a los niños y niñas, luego no les dejamos mentir ¡qué paradoja!
EliminarAbrazos
¡Vamos que se lo tomó con calma este principe! Pero este cuento me suena más real que el que me contaban de niña.
ResponderEliminarMe gustó esa manera de contar en la frase final.
Besitos
Si, es un cuento más o menos real, sin príncipes ni princesas.
EliminarGracias Elysa
Abrazos
Él se lo perdió...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Pues si, seguro
EliminarO se libró...
ResponderEliminarY también
EliminarBesos!!!
Muy buen ritmo y buena crítica. Y real como la vida misma, por otro lado...
ResponderEliminarBesos
Creo que tiene varias críticas en tan poco espacio... las princesas que esperan el príncipe azul. Los príncipes azules sin capacidad de decisión. Los cuentos son demasiado rígidos.
EliminarAbrazos
Qué bueno Ana, se trata de un derroche de realismo. Me gustó tu relato.
ResponderEliminarHe leido también el poema que has escrito en tu comentario a la entrada de Agus, me ha gustado mucho, felicidades.
Un beso
¿Cuál es el blog de tu padre, ese señor tan amable con el que compartí mesa y mantel enfrentados en Madrid? Un abrazo para él. (Siento no haberlo apuntado, y si tengo que buscarlo en Facebook mejor espero a la siguiente microquedada)
La realeza, siempre tan... inoperante...
ResponderEliminarSaludos
J.
Luego dicen de las tardanzas de las mujeres. Para darle una colleja al tipo.
ResponderEliminarAbrazos cenicientos.
Los príncipes azules hace tiempo que abandonaron los cuentos; no los necesitamos. Ni príncipes, ni azules: compañeros de carne y hueso con quien compartir camino, calabazas, sueños y ... zapatos (y si son de tacón rosa, mejor que mejor!)
ResponderEliminarUn abrazo dinamitado y cariñoso