Teníamos fecha de caducidad, ya lo sabes.
Yo me di cuenta un día cualquiera, al levantar
ese velo fino que nos cubría. Sobre la capa de nada estaban los números
tatuados. Es triste, pensé, pero también que era preferible consumirnos
antes de caducar. Entonces empezaron los gritos y los reproches, los silencios,
las lágrimas. Y hasta hoy, cariño: mañana nos terminamos.
Tú ahí, tan entero; yo aquí, tan gastada.
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Relato mejorado con la ayuda de Jesús Fabregat ¡gracias!
Ana, un toque nutritivo a ese amor que se acaba y que tan bien se consume con estas letras.
ResponderEliminarMe gustó el ambiente recreado.
Abrazos.
Sí, Nicolás, resultan muy nutritivos para el amor los gritos, peleas y demás :( para eso mejor que se acabe...
EliminarGracias!!
Un abrazo
Nos van a caducar hasta las letras y entonces vamos a armar la marimorena. Hasta ahí podíamos llegar.
ResponderEliminarLetras caducadas... habrá que pensarlo. Letras nutritivas, caducadas. Conceptos nuevos por explorar.
EliminarUn abrazo
Ánimo Anita, ahora dicen que la cifra solo marca la fecha de consumo preferente y ¿quién sabe lo que prefiere cada uno?, je je.
ResponderEliminarMuy original, me gustó mucho.
Un abrazo.
Es mucho más peligroso no querer reconocer el tránsito al desamor, pretender emborronar la fecha de caducidad, disimular el moho que deja el tiempo en las almas habitadas.
ResponderEliminarUn abrazo
Si caduca, caduca, es inevitable, muy bueno este micro tan nutritivo. Cuando algo tiene fecha de caducidad cuanto antes se consuma mejor, que al final acaba en la basura, no sé yo si en este caso la forma de consumirlo era la mejor teniendo en cuenta el tema.
ResponderEliminarUn abrazo sin fecha de caducidad.
Precioso relato. Tan escueto y con tanto mensaje, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesicos muchos.
¿Y es que, acaso, podía ser de otro modo?
ResponderEliminarDicen que de eso se trata la vida, dicen...
Saludos
J.
Todo se acaba.
ResponderEliminarEstoy tan entero porque vi la fecha antes que tu y ya lo tengo asumido desde hace tiempo.
ResponderEliminar¡Excelente, Anita! Quizás no sería nada malo que pudieramos conocer la fecha de caducidad para consumir todo el amor sin dejar nada para mañana. Como esos patés que por no haberlos comido echan moho en la nevera, así se pudren muchos amores.
ResponderEliminarUn abrazo,
Buen símil. Es lo que pasa cuando se descubre que las cosas caducan. En mi generación no se etiquetaban, era para toda la vida, aunque se pudrieran. Menos mal que por ahora se pueden renovar los amores, hasta que no prohíban, claro.
ResponderEliminarPues si está caducado a la basura, y a por otro más rico y lleno de vitaminas :-) Me gustó mucho.
ResponderEliminarBsts sin fecha de caducidad
Qué fácil sería si atendiéramos a las señales de caducidad de una pareja. Las relaciones amorosas siempre caducan mucho antes de su ruptura. Nos ahorraríamos mucho sufrimiento y desgaste. Besos frescos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho!!!
ResponderEliminarte dejo mi blog por aquí, también de relatos:
http://algoqscribir.blogspot.co.uk