Esta mañana, como cada martes, subí a tender las sábanas a la azotea. Después de un rato conseguí abrir la puerta; a la llave oxidada cada día le cuesta más entrar en la cerradura. Cuando me veo allí, con el cesto de ropa y las pinzas, siempre me acuerdo del bote de 3en1, olvidado cuando se le necesita en el cajón de las herramientas.
La puerta casi me tira al liberarla del cierre, ahí fuera soplaba un vendaval que parecía haber nacido ahora mismo, porque en casa no corría ni una gota de aire.
Salí como pude, agarrada a la pared, las uñas clavadas en el gotelé y al primer golpe de viento empezaron a volar sábanas y pinzas, el cielo se volvió blanco con velas de cama y todos mis sueños quedaron desperdigados por el aire. Eso sí que no, me dije, y al despegarme de la pared yo también empecé a volar. Conseguí asirme a tiempo a una cuerda, pero el viento era tan fuerte que se salió de la rueda y salimos ambas volando. Cuando ya pensé que no volvía, la cuerda a la que permanecía agarrada se quedó atrapada en otra cuerda que a su vez se soltó y pronto una larga hilera de cuerdas me unían a la azotea donde soplaba viento.
Afortunadamente, el fenómeno solo ocurría allí y con la cuerda conseguí bajar, recogí las sábanas sucias tiradas en la calle y entré en el portal, dispuesta a lavarlas de nuevo, como cada martes.
A veces es bueno que un viento nos descoloque un poco para recolocarnos de nuevo...
ResponderEliminarBesitos miles
Ay, si, y que nos despeine!
ResponderEliminarUn millar de besoabrazos
En mi país (Brasil) hay una creencia popular muy arraigada que dice que es el viento quien trae el amor y se lo lleva, como la buena y la mala suerte. Esta creencia quedó tan marcada en mí que cuando el viento sopla creo que algo de eso sucede, eso sí, no llego a detectar si es para traerme o quitarme algo, así que ando por la vida sin saber si mis afectos están más del lado del 'debe' que del 'haber'.
ResponderEliminarUn texto con magia, Anita.
Un beso.
HD
PS: Por cierto, el viento me va a llevar a España en diciembre, veremos cómo hago para que me deposite cerca de donde estés, si es que tú quieres, claro está.
Pues aquí lleva y trae todo lo que quiera, estaré pendiente de con qué me quedo cada vez...
EliminarGracias Humberto, un abrazo
Me gusta que algo así ocurra con tanta naturalidad, en un día cualquiera, como sin querer. De modo que me gusta: el 3 en 1, el gotelet y las pinzas, lo que lo cosen a la realidad más cotidiana y no dejan que el texto se eche a volar.
ResponderEliminar(hablaste con un padre del "eco")
Gracias, guapa
Me gusta que los textos se agarren a la realidad, más cuando la ficción aparece por cualquier rincón, o por un golpe de viento.
EliminarUn beso
Un micro que desborda realismo mágico a través del rigor de selección en el plano semántico en el que te has movido, Anita.
ResponderEliminarSe nota su calidad a partir del momento en que toda la historia -por absurda que parezca- resulta totalmente verosímil. En eso eres una auténtica maestra.
Gran trabajo.
Un abrazo,
Gracias por el análisis, Pedro, no siempre me sale tan bien, pero al menos lo intento... quizá por eso de pequeña me llamaban Antoñita la Fantástica... por la capacidad de inventiva y porque siempre se creían lo que contaba.
EliminarUn abrazo
Coincido con Pedro y te imagino volando entre sábanas, nubes y sueños. Esa vuelta a empezar cada martes me recuerda al mito de Sísifo. En todo caso, me quedo con esa rutina rota por el viento que, como decía Humberto, sopla para donde le da la gana.
ResponderEliminarUn besazo
Pues si, lo de subir y bajar a la azotea tiene un poco de Sísifo... con lo que pesan las sábanas mojadas.
EliminarUn abrazo
..."el cielo se volvió blanco con velas de cama..."¡Qué bonito! Está plagado de imágenes tan bonitas y potentes como esa.
ResponderEliminarAbrazos celestes.
Imágenes en las que nos reconocemos, Lola
EliminarAbrazos ventosos y azules
Es precioso este micro. Me gusta eso de que "el viento se salió de la rueda".
ResponderEliminarLo que parece una paradoja, no lo es. Lo cotidiano y los sueños se mezclan incluso al subir a la azotea, el viento sólo el de allí hará lo demás...
Besicos guapa
¡Felicidades mañana es tu santo!
Ay, me gusta tu interpretación aunque lo que se salió de la rueda era la cuerda de tender :) pero el viento parece que también, al menos allá arriba.
EliminarAbrazos
Genial relato. Muy visual, muy logrado el suspense (creí que te irías volando a recorrer el mundo desde arriba). Me ha encantodo. Felicidades!
ResponderEliminarUn abrazo de aire que seque tus sábanas antes de caer al suelo.
Gracias, Mafalda. Yo también creí que me iría volando, pero de pronto el viento dejó de soplar.
EliminarUn abrazo
Con un viento así de fuerte, lo mejor es colgar una hamaca bien sujeta mientras disfrutamos de su frescura. No hay vientos muy fuertes si las bases son sólidas
ResponderEliminarAh, tiene que estar bien poner una hamaca y volar con ella... que te meza el viento.
EliminarGracias!!!
Jo, es una rutina llena de riesgo y emoción. Y una hermosa forma de pasar los martes. Y, sobre todo, de contarlo. Me gustó mucho. Y lo raro es que no se encontrara con mi Germán por el cielo.
ResponderEliminarUn abrazo, Ana.
Tendré que visitar a tu Germán para saber qué pasa ahí... Gracias por tus palabras, Miguelángel!
EliminarAbrazos
Eso que me despeine!!!! :)
ResponderEliminarMuy chulo, tiene todo un cómic dentro ;)
Un besazo!!
Tú sabes que mis relatos siempre están abiertos a lo que quieras hacer con ellos, pero avísame que estoy "desconectada" :)
EliminarUn besazo
Un círculo perfecto que empieza y termina con el martes de colada. Me ha gustado mucho Anita.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Gracias, Rosa, es que los martes ya se sabe lo que pasa...
ResponderEliminarUn beso grande!
Y vuelta al principio pero antes ha vivido muchas experiencias. Muy hermoso y triste, así lo he sentido, con imágenes muy evocadoras.
ResponderEliminarBesitos
Planea bien y recoge todos los sueños antes de bajar.
ResponderEliminarEs el viento de la libertad. Y cuando vuelve al suelo todo está igual que siempre, es como si no hubiera pasado nada y hay que volver a la rutina del martes.
ResponderEliminarBesos