El técnico miró las ramas que atravesaban la pared del salón, pasó sus dedos entre las hojas y cortó con un crujido seco una de las vainas que colgaba. Cuando la abrió pudimos ver cuatro semillas, igual a las judías canela que mi madre preparaba con tocino y cebolla todos los domingos.
–Como pensaba, el edificio tiene leguminosis –sentenció. Después firmó un papel con la certificación y otro con sus honorarios, que yo procedí a abonarle con la misma celeridad.
Una vez se hubo marchado, cerré la puerta con doble vuelta de llave, eché el pestillo interior y fui a la cocina a preparar el sofrito.
Que pasada!! Esas musas tuyas aparecen de cualquier forma y no hay pared que las pare, jeje. De los relatos mas originales que he leido. Y se llaman judías canela?
ResponderEliminarUn abrazo
Genial, lo de las musas apareciendo por la pared, voy a ver si...
EliminarY sí, se llaman canela, con judías pintas :)
Abrazo
¡Qué bueno, Anita!
ResponderEliminarEste micro es un exponente claro de tu talento creativo, de esa capacidad de arrancar literatura de una imagen imposible.
Y yo que lo máximmo que he conseguido sacar de una pared es un chichón en la frente, me voy frustrado. Pero sonriendo.
Un abrazo,
Muchas gracias, de ahí es de donde salen algunos micros, otros vienen directos del corazón. Y tú no te frustres porque tus letras sí que son bonitas.
EliminarUn abrazo
Si que me ha gustado, si. Casi Puedo saborearlo y por otro lado me temo lo peor... En varias paredes de mi casa han aparecido extrañas protuberancias y temo que empiecen a florecer de un mOmento a otro
ResponderEliminarNo tengas miedo, Fernando, ahora no te importará la crisis porque ya tienes comida en casa, vete preparando el caldero ;)
EliminarBesos
Hasta ahora yo solo conocía la "aluminosis" esa que resquebraja edificios por el uso de malos materiales. Tú con tu leguminosis has utilizado la imaginción y el recuerdo para deleitarnos con un magnifico relato. Me gusta, me gusta muchísimooooooooo
ResponderEliminarBesicos, amiga.
Efectivamente, ahí está la clave del relato, una palabra tan tonta puede cambiarlo todo!
EliminarBesos!
¡Jaja! Al menos la comida la tienen asegurada.
ResponderEliminarEs buenísimo, Ana. Super original.
Un beso.
Eso! esto empezó a ocurrir después de las vacas gordas que a la gente se le caían los garbanzos y las lentejas por todos lados, y como dicen, lo que se siembra luego se recoge.
EliminarBesos
Ana, lo ideal sería que la casa también tuviera Almax, entonces sin duda probaría esas judías (el juego que dan).
ResponderEliminarBesotes de verdura
Bueno, todo está en pensarlo, de todas maneras si le cambias el agua a las judías varias veces (en el remojo previo) y haces el pino tres veces en mitad de la cocción, dicen que no dan gases ni acidez.
EliminarBesos leguminosos
Anita, me ha encantado esa leguminosis. Es muy original, de esos textos con los que te descuelgas tú de vez en cuando y que de dejan con la boca abierta. Ahora, con la crisis, a todos los edificios le debería atacar esa leguminosis, las legumbres siempre te sacan de cualquier apuro. Un beso.
ResponderEliminarEn eso estaba pensando, Mar, en que pudiéramos aprovecharnos para tener qué comer. Un beso y gracias
EliminarAhí queda eso, señor barbero...
ResponderEliminarSeñor barbero... ¿será el que viene a cortar las judías?
EliminarUn abrazote
jaja mira que yo me las imagino creciendo y creciendo hasta llegar al cielo jaja. Me gustó
ResponderEliminarsaludillos
Ah, claro, las habas mágicas, pues mira, no me acordaba yo del cuento.
EliminarBesos
Me voy a poner a mirar por los rincones a ver si tenemos leguminosis, no estaría mal, comida en casa, en estos tiempos vienen muy bien.
ResponderEliminarOriginal y divertido tu micro, Ana.
Besitos
Eso, Elysa, y si no tienes deja caer unas semillas por si acaso.
EliminarBesos
Qué original Ana. Me gustan los juegos con frases hechas o con sonoridades parecidas.
ResponderEliminarAbrazo
Si, es un recurso divertido e imaginativo. A mi también me gusta. Un abrazo
EliminarO sea que lo que nos cuelga por el sumidero de los olores ¡son legumbres!. Pero qué suerte la nuestra, que tenemos el huerto ecológico en casa, y qué suerte la tuya por este ramalazo de inspiración tan auténtico!!. ;)
ResponderEliminarUn beso Anita.
Qué suerte, sí, la verdad. En vez de caerse los edificios se levantan con comida propia.
EliminarUn beso guapa
Jajaja, si es que no hay mal que por bien no venga... Para qué amargarse si uno puede hacerse un puchero cuajadito de calorías de los que quitan las penas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Claro, pagas al técnico y a cocinar!
EliminarBesos y abrazos
Me encanta la manera y la actitud con la que tratas el extrañamiento y la aparición del elemento fantástico. Enhorabuena, Anita.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias, Agus, la manera en que encaramos los extrañamientos son quizá lo que hacen diferentes unas historias de otras. Tú eres un maestro en eso.
EliminarUn abrazo
Genial, empieza la invasión. La Naturaleza empieza a invadir todo lo construido por los torpes humanos. Por cierto, qué bien huelen las judías que estás cocinando.
ResponderEliminarBesicos, Ana
Ya iba siendo hora, Torcuato, de que las cosas recuperen su espacio natural, y nosotros nos vayamos... ahí.
EliminarBesos
El cuento de las habas no me gustaba nada cuando era pequeña; pero en tu relato, aunque las vueltas de la llave auguraban un final siniestro, el sofrito le ha dado un golpe de olor genial.
ResponderEliminarUn beso
Últimamente me ha dado por los olores, Ana, creo que ensalzan un relato como ninguna otra cosa. Bueno, sí, quizás el amor o el desamor.
EliminarOtro beso
Genial.
ResponderEliminarHas llegado a la simbiosis edificatoria, de ahí puede surgir el edificio con injertos de todo tipo. De ocurrir ésto estarías en la historia como profeta del edificio comestible.
Lo único a lamentar en cuanto al futuro, es que éste ocurre hasta después.
Ja ja ja, me encanta tu comentario, en especial lo del futuro. Pues lo miraré a ver si puedo crear un edificio comestible, hablaré con algún agroarquitecto.
EliminarBesos
Me gustan los relatos que dicen cosas nuevas, como este tuyo, surrealista, divertido, con un buen recuerdo a la madre y buen sabor de boca.
ResponderEliminarGracias, Ximens. La receta es de mi madre, claro!
EliminarBesos
delicioso. es todos los aspectos.
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