Quienes acudían a visitar a Sabina se acercaban a ella y le susurraban al oído sus secretos. Había quien le contaba pequeñas cosas que aún no podía decir a nadie más, y esta mecía sus hojas como suave brisa.
Otras personas le soltaban los grandes secretos de su vida, que como huracanes la tumbaban entera, sin que Sabina nunca se pudiera recuperar de lo que la gente guardaba dentro de sí.
*Microrrelato viajero para Ángeles Sánchez
No siempre es fácil guardar un secreto... ¡pobre Sabina!
ResponderEliminarBellisimo!!! que mas se puede decir... Un beso secreto repleto de huracanes compartidos...
ResponderEliminarPrecioso. Lo leí anoche, en 'casa' de Ángeles.
ResponderEliminarQué gusto volver a visitarte en la tuya, Anita!
Un beso grandote
Lo vi en el de Ángeles. Es precioso. Procuraré susurrar por si está cerca mío.
ResponderEliminarLos secretos pueden llegar a ser devastadores. Saludos.
ResponderEliminarEl secreto esconde algunas veces la muerte lenta.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hondos pesares debió recibir pues...
ResponderEliminarQue suerte tiene Angeles de recibir esta maravilla por correo.
ResponderEliminarSe te extrañaba.
Besos desde el aire
ACUÁTICA, la sabina no puede hacer otra cosa que guardarlos, pero a quienes los guardan les pesan.
ResponderEliminarRELATADAMENTE MÍA, esos huracanes no nos tumban porque somos juncos y no sabinas, por más que intentemos parecerlo :)
PATRICIA, qué gusto verte en mi casa ya descansadas las dos!
MONTSE, la Sabina te lo agradecerá! secretos pequeños que no pesen y le hagan mover sus hojas.
ESKIMAL y a veces más devastadores cuando son contados que cuando se guardan, en cambio otras veces podrían haberse "soltado" sin daño para nadie.
ADIVÍN, si yo pienso lo mismo, hay secretos que es bonito guardar pero algunos nos van matando.
JOSÉ FRANCISCO, y tanto que mira como la tumbaron!
ROSA, yo tuve la suerte primero de recibir una maravilla de Ángeles, no pude menos que retribuirla, aunque solo sea por ser alguien tan especial. Gracias por extrañar
Abrazos para todas y todos!
¡Pobre árbol! Pero que descanso para el que puede contarle su secreto.
ResponderEliminarMuy hermoso este micro.
Besitos
Alimentarse de escuchos es una dieta jodida. Sobre todo si los secretos llevan mucho tiempo pudriéndose dentro de la gente.
ResponderEliminarUn gustito que volvamos a la vez. Tú de tus vacaciones. Yo de la muerte.
Pd: en Cantabria, un escucho es un secreto dicho al oído. Me lo dijo Sibreve en casa de Eva.
Besos zombies.
No, Eva no. Quise decir Sara. Es decir, en su Joyero.
ResponderEliminarPerdón, es que esto de resucitar le deja a uno medio menso.
¡Qué lugar difícil el del escucha!
ResponderEliminarNo querría estar jamás en el lugar de Sabina.
Un beso.
HD
Por eso tiene el tronco grueso ¿no? (no me las doy de listo, es que tuve que buscar qué es una sabina por el relato de Relatadamente Tuya hace un momento).
ResponderEliminarSiguen viajando los micros: estamos bien.
ResponderEliminarAbrazos,
PABLO GONZ
ELYSA, si, un árbol confesor diría yo
ResponderEliminarKUM* Gracias por la palabrita cántabra de Hugo, y por enseñarme ese joyero. No, el árbol no se alimentaba de escuchos, eso creían los demás.
HUMBERTO, la cosa es escuchar sin implicarse, eso sí que es difícil.
CYBRGHOST, bueno, gracias a que buscaste, siempre se aprende algo.
PABLO GONZ, y seguirán, tiempo al tiempo.
Abrazos sabinosos